La nueva vida se crea a partir de la Energía Ancestral o hereditaria que se recibe de los padres. Según las antiguas medicinas de Oriente, es esta Energía Ancestral la que dirige la formación del cuerpo (todos sus órganos, tejidos y células) a través del DNA de los génes.
Después del nacimiento y durante toda la vida, es la que dirige la actividad de todas las células.
El cuerpo, tiene la maravillosa capacidad de obtener y usar Energía vital. La obtiene de los alimentos que ingiere y del aire que respira y la utiliza para todos los procesos vitales.
Químicamente la energía la obtenemos bajo forma de glucosa, que es el alimento energético básico, producido por las plantas en el proceso de fotosíntesis.
Tenemos que pensar con agradecimiento en las plantas, en la sustancia llamada clorofila que está en sus hojas y que permite la creación de la glucosa para que luego nosotros podamos vivir.
El ser humano, como creación más alta de la evolución tal cual la conocemos, tiene además otro aspecto: el Psíquico o Espiritual (como lo llaman en Oriente). Es decir, que tiene la posibilidad de tomar conciencia, de prestar atención a lo que siente y por lo tanto darse cuenta de lo que sucede a su alrededor y en si mismo.
Para los orientales, este aspecto tan importante tiene también su energía que lo dirige e influye y que llaman Energía Shen.
Esta es en parte heredada de nuestros padres ( tenemos tendencias a como sentimos, reaccionamos o funcionamos, y que se pueden ver como características de varios miembros de una misma familia).
En parte nosotros mismos somos responsables de ella, la podemos cuidar y reforzar o modificar a conciencia.
También, obviamente el medio influye sobre nuestra energía psíquica o espiritual de manera más o menos evidente.
Por ejemplo: si estoy con personas que siempre se quejan o ven todo negativamente, esto influirá como veo y siento yo.